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Movie

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Siempre me creí la protagonista de mis películas, los demás eran meros secundarios, que tenían su papel escrito con tiza en una pequeña pizarra y en consecuencia se podían borrar con facilidad.
Cuando mi marido y yo iniciamos nuestra relación, yo era la mala, la otra. Pero en esta peli la mala no se quedaba llorando, escuchando el silencio de una habitación vacía, mientras él volvía con su mujer. No, en esta ocasión la mala ganaba.
Después vino una década tranquila, monótona, donde todo estaba programado, no había aventura, no había drama. Era una película tranquila pero algo insulsa.
Y de repente, un nuevo guión estalló en mis narices. En él yo era la chica buena que confía plenamente en su pareja, la que nunca duda, la que siempre esta esperándole con la cena preparada, y a la que se le engaña. Pero no penséis que esta protagonista al descubrir el engaño se rasgó las vestiduras y suplicó que no la dejaran. ¡No! Debo confesaros que me puse algo melodramática, que huí de nuestra casa y que vagué sin rumbo por la ciudad hasta llegar a la vieja catedral, y que incluso, yo, una descreída entré en ella a, supongo rezar, y después con las ideas aún calientes regresé y le dije, eres libre, ¡Vete!.
Pero él no se marchó, al contario, fue el que suplicó por una nueva oportunidad, por un perdón. Y de nuevo gané.
Y ahora otra vez en la dulce monotonía, echo de menos una nueva aventura. Pero creo que necesito un cambio de registro, me apetece volver a ser la mala.

El carpintero

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¡Pinooo! ¡Pinooo!-El grito acompasado de su mujer le sobresaltó e hizo que soltara el cincel con el que modelaba una de sus figuras. Se levantó del taburete a la vez que sacudía su ropa para quitarse las virutas de madera y salió del taller.
Entró en la cocina buscando a Giovanna pero allí sólo estaba el gato que subido a la encimera vigilaba las burbujas que salían del rissotto que se encontraba encima del fuego.
Pasó por el comedor camino del patio, pero en ninguno de los dos sitios encontró a su mujer. Así que se dirigió hacia la habitación y allí estaba ella.
Se quedó atónito mientras la contemplaba estirada en la cama con tan sólo un negligé rojo que dejaba al descubierto su espeso y rizado vello púbico.
-¿Qué haces¿-Le preguntó un poco asustado.
-¿Tu qué crees?-Le dijo ella con una sonrisa lasciva-Esperándote Pino mío.
-Pero es muy temprano-Farfulló Pino, retrocediendo hacia la puerta.
Ella se incorporó en la cama y gritó-¡Déjate de tonterías y ven aquí ahora mismo!
Se acercó obediente hasta el lecho y se quedó inmóvil mientras su mujer desabrochaba los tres botones de su bragueta.
-Ven amor mío y hazme feliz-Le dijo acariciando su entrepierna.
-¡Giovanna cara! Aún no puedo-Gimió Pino-La muerte de papa está muy reciente y mi corazón aún llora por él.
-Y que tendrá que ver el corazón con la polla, digo yo-Contestó Giovanna, ya mosqueada, mientras no dejaba de intentar alegrar a su Pinnito.
Por fin se dio por vencida, pero una idea traviesa pasó por su cabeza, y sonriendo de nuevo, agarró a su marido del cuello y acercando su rostro a su frondoso monte de venus le ordenó con un susurro apasionado.
-¡Miénteme Pinocchio!

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